LA ALEGRÍA DE UN CIRCO.

No se a quien se le ocurrió, o cuál es su historia, pero hay algo que podemos aprender de el mundo divertido de un Circo.

Como mostrar una sátira de la vida es un Circo, si has entrado en alguno, pon mucha atención. 

No hay buena función sin un payaso, ese ser que parece que la vida le es tan graciosa, que en su acto te hace entrar a su mundo de alegría. 

Esto es casi siempre el preámbulo de las personas más talentosas del la noche, gente con habilidades increíbles, en el trapecio, que en cada salto hacen latir el corazón del público, y los hombres que por lo general siempre se hacen llamar los más fuertes del mundo, mostrando sus habilidades y musculos hacen palidecer a los pansones asistentes en el público, y sin faltar el acto principal el domador de animales, haciendo alarde de su habilidad de someter a las feroces fieras.

Pero en medio de tanto espectáculo, no es muy común pensar en la tarea de coordinar cada acto y para que la función sea impecable y que los asistentes culminen con los tan anelados aplausos.

En donde crecí, llegaba cada año un Circo por la misma temporada. Recuerdo que estos armaban su carpa frente al campo en donde jugábamos, era muy curioso pero cuando en el día nos asomabamos a ver emocionados por encontrarnos con los grandiosos personajes. Realmente quedábamos sorprendidos, era como si los personajes vivieran en otros lugares, o hubieran desaparecido, pero al ver más detenidamente nos dimos cuenta que eran personas normales, no tenían nada en especial que una rutina de ejercicios y prácticas pudiera transformar en esos tan afamados personajes, que la única diferencia era la vestimenta y el maquillaje.

Hasta cierto punto era un poco frustrante, el ver la realidad de lo que una noche se veía despampanante.

Lo único que parecía real eran los animales, ellos apesar de estar en sus jaulas siempre se mostraban dominantes.

Y así, la vida es más que un espectáculo, realmente somos una Creación única con talentos y habilidades, que han sido dados no para levantar en algarabía de aplausos, si no para mostrar cómo individuos imperfectos han sido dotados de dones, que traen bendición a los demás.

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